Escapando de Uyuni






El tren Uyuni - Villazón se fue, pero sin nosotras.
Después de la excursión de 3 días, Agus empezó con fiebre. Parecía algo simple: “tomate un ibupirac y esperá a que se te pase”, como veníamos haciendo desde el primer día.
Pero la fiebre no bajó y cuando llegamos a la estación de tren no sólo llovía a cántaros, sino que se habían agotado los pasajes de tren. Agus estaba muerta de frío y la acostamos en un banco. …Para algo sirvieron todas las mantas que se compró en el viaje, las usamos para taparla de pies a cabeza y esperamos.
Eran como las 8 de la noche.
La gente de la estación nos sugirió que esperáramos, porque para el tren de las 2 am, a veces te dejaban subir y arriba comprabas los pasajes. Como habían muchos mochileros en el mismo plan, tiramos nuestras mochilas y decidimos dormir hasta las 2 am y tomarnos el tren.
Obviamente que habían goteras por todos lados y la estación no era de lujo. Lo bueno era que tenía un barsito donde, por lo menos yo, me pedí un sandwichito, miré un poco las noticias del caos en Bolivia y algunos dibujitos animados.
Caro y Luli se hecharon a dormir al lado del banco donde agus reposaba cual bella durmiente. Quizá demasiado blanca…
A eso de las 00.30 am, pagué mi cuenta en el bar y fui a ver a las chicas. Agus me pidió que la acompañara al baño y ahí nos dimos cuenta que no podía ni caminar. Unos cordobeses nos dieron una mano para llevarla, pero continuamente le bajaba la presión y a los dos pasos, Agus tenía que agacharse otra vez para esperar que se le pase. Daba miedo su estado. Después de una hora nos dimos cuenta que meterla en el tren iba a ser un crimen, así que empezamos a pensar la posibilidad de llevarla a un médico. Un cordobés fue en la lluvia a buscarnos un taxi y la llevé a Agus a la Clínica de Uyuni.
Las dos nos esperábamos lo peor…
Al principio sólo parecía que había una enfermera.
- Qué le pasa mi hijita? – nos dijo, tranquila, con las manos juntas sobre la panza, como esperando un mate.
Le expliqué todos los síntomas y ella, tranquilita, le puso el termómetro. Agus se caía de la silla y pedía una camilla, pero la señora ahora buscaba el coso ese para medir la presión.
- Mm.. si. Está baja su presión – dijo pronunciando bien las “s”. Y con la mirada fija en el brazo, como si en el brazo mismo fuera a encontrar alguna solución, hizo silencio apretando los labios.
- Bueno ¿¿entonces?? No puede llamar a un médico, porque parece que se está muriendo, no da más.
- Si… Ahorita yo voy a llamar al Doctor…
Sentía unas tremendas ganas de estar en el auto de la mente de la enfermera y meterle primera, con todo mi cariño.
Al rato vino el doctor y dijo que la paciente estaba deshidratada y necesitaba hospitalización, con suero. Agus aceptó y la llevaron en silla de ruedas a nuestro cuarto.
Dos camas, pareces vacías, tanque de Oxígeno que decía UYUNI, baño sin papel y con olor, y una televisión. Ni una crucecita había.
El primer objetivo fue lograr que nuestra querida Angélica, la enfermera a la que le pregunté el nombre para generar cierto diálogo, embocara a una vena para inyectar el suero. El segundo pinchazo pareció el vencido, pero a las 4 am Agus me despertó porque no daba más de dolor en el brazo.
Segundo objetivo: encontrar a Angélica.
Los pasillos de la clínica eran oscuros, largos y vacíos. Toqué todas las puertas que encontré y Angélica, había desaparecido como un angelito. Tanto la busqué sin encontrarla que el único remedio que encontré fue salir de la clínica e intentar tocando el timbre, cual si fuera yo una nueva paciente. Para mi pánico, encontré las puertas cerradas con candado. Llovía y esa puerta ya me había dado patada. Por suerte estiré el brazo hacia afuera y dí con el timbre. Espere, y un guardia salió de una casita escondida. Despertó a Angélica que roncaba en otro cuartito escondido y fuimos a verla a Agus.
Bueno, el problemita del brazo era que la aguja no estaba en la vena y por 2 horas había largado suero por cualquier lado.
Llegaba a equivocar el tercer pinchazo… pero por suerte le embocó y pudimos dormir tranquilas.
A la tarde siguiente, Agus ya estaba bien. Con Luli y Caro nos ocupamos de sentarnos todo el día en la cama de al lado a roncar con ella, comer y ver las novelas colombianas por televisión.. ( que nos re engancharon!! ¿ Qué habrá pasado con el que el tipo que le juraba amor a la mina con la que tenía un hijo, pero después resultaba que tenía otro hijo con otra? ¿ Y el rubio, copia de Facundo Arana, al que le descubrieron leucemia?)
En fin, una vez sanas y salvas, decidimos tomarnos una camioneta a Tupiza, lo más cerca de Villazón que encontramos. Nos subimos a las 5 am y nos dijeron que a las 9 am estabamos en Tupiza. De ahí, saldrían combis todo el tiempo a Villazón, podríamos cruzar la frontera y llegar finalmente a Argentina…
Pero en mitad del viaje la camioneta frenó.
- ¿Por qué frenamos señor? – pregunta Luli.
- Es que el río está subido, no podemos pasar. – contestó el conductor. Nos miramos como ¿ qué onda?! ( weeiiiiiii …jaja. ) ¿puentes en este país, no?
- ¿Y eso qué significa?
- Que debemos esperar a que baje. Ahorita como ha subido mucho, está alto y la camioneta no puede pasar. La semana pasada, el río derribó a una y los turistas debieron salir nadando.
- Jaaaaaaaaaa!!!!!! Esto es joda!! - nos hubiera gustado decir a todas. Pero nos limitamos a decir:
- ¿Y cuánto habrá que esperar para que baje?
- Y… unas….a ver.. dos horas. Tal vez cuatro. Tal vez debamos quedarnos a dormir la noche aquí.
Pelamos cartas, nos sentamos en el puestito más cercano y armamos un chancho va con todos los extranjeros que estaban en la misma que nosotras.
Para resumir, llegamos a Tupiza las 7 pm en vez de a las 9. De ahí nos alquilamos un bondi para ir a Villazón, por que era la única manera, llegamos a Villazón y la frontera CERRADA. Hostels: todos llenos.
Un buen hombre nos ofreció tirarnos unos colchones en un galponcito y ahí pasamos la noche.
AL día siguiente, fuimos felices en La Quiaca!!!!!!!!!!!!
Agus y Caro terminaron su viaje, tomándose el Flecha Bus a Buenos Aires.
Luli se tomó un bondi eterno: Jujuy – Tucumán-. Posadas. ( todavía no da señales de vida)
Y yo, mary, me tomé un bondi a Salta, me encontré con Tesu Cornejo, quien me alojó en su casa dos días( Pileta, sol, restaurant.. increíble!!) y visité a unos amigos de Bella Vista, que nos invitaron con unos mates a la tarde.
Ahora yo estoy en Cachi, un pueblito cerca de Salta. Como me inspiré y escribí mucho, ahora tengo hambre y voy a dejar el teclado para buscar unas empanaditas baratas por ahí.
Este viaje todavía no termina!

Comentarios

Unknown ha dicho que…
pensar que practicamente al mismo tiempo nos enamoramos del norte,de la mochila,de los pasos cansados,de los apurados,de los trabados..del sol norteño,de su luna,de su gente,de su alma...
Hiciste lo que hace años sueño,quien es parte de mis anecdotas,tiene muchisimas de lugares que yo quiero contar y no puedo,pero ya contare!!!
Rendiste la tesis final de quien ama los pasos norteños,llegar a Macchu Picchu!!!(aunque llegaste al reves,se perdona!)..dejame envidiarte un poquito!!!

Buenos caminos...

JoNy